miércoles, 28 de enero de 2009

Navarino sin su hermana III


La Imer llegó a casa. Un mes y 10 días estuvo hospitalizada. No sabía que la iba a echar tanto de menos. Cuando me acerqué a ella para darle la bienvenida, no era la misma de hace cuarenta días. Estaba distinta. Olía a doctor. Yo conozco ese olor y es fatal. Los bigotes se me achurrascan y me acuerdo de todo lo vivido en ese lugar "de perros". Ella no sólo olía. ¡Estaba pasada! Su carácter era otro y lo peor es que la pata coja NO la tenía. Sólo tenía tres patas. Inmediatamente, le pedí explicaciones a mis padres sobre lo que estaba pasando. Mi madre lloró y la Imer la consoló con un par de saltitos tratando de mantenerse en equilibrio. Ahora aprende a vivir otra vez: sin una pata trasera. Se fue al hospital con cuatro patas y volvió con tres... Mi trabajo ahora es ayudarla a que se sienta lo mejor posible. Ya no le pego ni me como su comida (mentira). Quiero ser el mejor hermano del mundo. Lo bueno es que ella -sin más- sigue disfrutando de la vida. Espero que se adapte luego para que volvamos a la normalidad.

4 comentarios:

  1. Primo mio... me alegro un montón que Imer este de vuelta en casa. Me da mucha penita lo de su pata trasera pero estoy segura que se adaptará pronto.
    Les mando besos a los 2.

    ResponderEliminar
  2. Animo campeón, a no desfallecer.
    Ojalá, con la penita, no pierdas las ganas de escribir.
    Cariños, tu tío.

    ResponderEliminar
  3. Hola GGG... soy el cabro chico amigo de tus "pas"... dale saludos a tu hermana y me alegro que haya vuelto, aunque sea incompleta...

    Esperemos que se cuide pa que no te quedes solo en casa nuevamente...

    chau

    ResponderEliminar