sábado, 28 de marzo de 2009

Navarino vegetariano


En mi casa se come poca carne y eso para mí es un problema grave. Aunque, poco a poco, he ido adaptándome -como felino ex-carnívoro- a esta falta de criterio. Comencé de pequeño a tomarle el gusto a las betarragas y los brócolis. Ya más grande me aficioné a los espárragos en lata y a los palmitos. Ahora último he llegado a niveles desesperados y me dedico a perseguir paltas, tomates y lechugas. Ya no paro. Incluso, en ocasiones, prefiero una buena ensalada de lechuga con tomates y nueces, antes que una de esas comidas envasadas sin gusto a nada, que me dan todos los días bajo el rótulo de nutritivas y light. A diferencia mía, la pobre Imer sigue siendo una gata vulgar y corriente, se desespera cuando ve una miserable torrejita de jamón. ¡Qué poca clase!
Esta es la historia vegetariana de un gato “de color”.
En la foto, me pueden ver en alguno de mis días verdes. Con mi oscura cabeza zambullida entre tomates y lechugas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Navarino hidrofóbico


Después de que me cagué y meé en la caja que se mueve y en mi viaje al doctor, mi madre no tuvo piedad y me metió con caja y todo a la ducha. Aunque, por lo general, ustedes me han visto con todos los galardones y belleza que implica ser un gato de color tan exitoso y reconocido, ahora me encuentran en la peor de mis facetas: mojado y más mojado. Un gato indefenso. Como saben, el agua no es de los mejores amigos de los gatos y menos de los gatos negros. Luego de esta última incursión obligada me declaro irrestrictamente un GATO HIDROFÓBICO. Gatos del mundo uníos a esta causa común. NO AL AGUA PARA GATOS DE COLOR (que nos podemos desteñir). Así, incluso, aportamos al cuidado del agua en el mundo. ¡Como se atreven a gastarla en mí! Entre paréntesis, este es el primer baño de mi vida... a los 11 años... todo un récord ¿no?

sábado, 7 de marzo de 2009

Navarino y la caja que se mueve


El que se ve dentro de la caja soy yo. Es uno de mis medios de transporte. Yo le llamo la “caja que se mueve”. Me ha llevado a distintos lugares. En ella hice el viaje (ida y vuelta) al continente europeo. Es una caja que cumple con su labor pero a mi me carga. Me revienta. La odio. Ayer me tocó subirme a ella porque tenía control en el médico-veterinario. Ahora fue mi turno. En esa misma caja se llevaron a la Imerquiña y desapareció por un mes. Por suerte a mi no me sucedió aquello. Estuve 20 minutos en el doctor, me puso dos inyecciones y me dijo, finalmente, que era un “gato atlético”. A la vuelta y como estaba podrido de meterme en la caja que me mueve, me piqué y me hice pipi y caca ahí mismo. Consecuencia de eso, me fui de baño con caja y todo. A la ducha. Otra cosa que me carga. Quedé mojado como diuca. Ya les contaré al respecto.