sábado, 22 de agosto de 2009

Navarino y la chuleta con vida

A veces me sale todo lo animal que llevo dentro. El otro día me encontré con unos restos de chuleta de chancho en la cocina de mi casa. Como pueden ver me la hice chupete. Un hueso duro de roer. En un momento, parecía que tenía vida propia. Pero no pudo vencer la fuerza felina del gato negro grande y gordo. Pie de imagen: en el fondo se ve mi hermana menor sin su cuarta pata. No es esa pata la que me estoy comiendo. Ojo. No soy un gato caníbal. Y no me como a mi hermana.

domingo, 2 de agosto de 2009

Navarino y su primera ingesta de pescado


Como todo buen gato, le tengo un particular cariño a los pescados. Sobre todo a los pescados de la Isla Robinson Crusoe que son sabrosamente endémicos. Son pescados que sólo se dan allí y nada más que allí. Hay “güatitas blancas” (“bacalaos”), “peces sol”, "viejas", "vidriolas", “albacoras”, “brecas”, “atunes”, “pampanitos”… Estos últimos se pueden pillar, casi como con la mano, en el mismo muelle de la población robinsoniana. Los tamaños son diversos y variados. Los atunes tiene la cabeza del porte de un chancho. El Pastilla -un isleño de “Más a fuera”- los tenía que cortar con serrucho por lo grande y grueso. ¡Daba miedo! Los pampanitos son pequeñitos y súper ricos. El que se ve en la foto es una breca. El mejor pez del mundo para ceviche. Yo salgo haciendo esfuerzos incalculables para hacerme chupete uno de ellos… Fue el primer pescado de mi vida. Tenía menos de un año. La indigestión fue terrible. Me comí un pescado más grande que yo. Ahora, once años después de ese encuentro, esta foto la guardo como un recuerdo de esa primera vez.