sábado, 5 de diciembre de 2009

Navarino y la mala pata de la Imer


Ésta loca si que no para. No basta con que venga de una isla perdida (que lleva su nombre) en la que estaba desahuciada. No basta con que, supuestamente, la atropellaron el 16 de diciembre del año pasado y perdió una pata. Vean este mismo blog para mayor información. Ahora a la re muy golosa le dio por taponearse con sus propios pelos. Es decir, no podía hacer caca porque el exceso de pelos que se tragó no lo permitían. Por décima mil vez al veterinario. Y venga esperar, esperar y no hacía. Cuando ya no quedaban más opciones, la pobre coja se fue otra vez a pabellón. Operación para sacarle la bola de pelos con caca que llevaba dentro. En mi casa -aunque ya deberíamos estar acostumbrados- otro despelote. Que se muere, que no pasa la operación, que la pobre no podrá superarlo porque no tiene “una patita”, en fin… la gata, la gata, la gata que se come sus pelos. Una especie de antropofagia capilar. Entre pitos y flautas, la chica volvió hace dos días a la casa. Como si nada. A ella le da igual. Lo único que lleva puesto descaradamente son ocho puntos en su guata depilada que pueden ver en la fotografía que adjunto (bostezo incluido). Hay que ver. Vida de gatos negros y de islas.

1 comentario:

  1. Oiga maestro..., y me la estoy pensando si los voy a cuidar durante el verano...Puros dramas con semejante familia gatuna.
    En fin, la familia, es la familia...
    Tu tío que te quiere, J.

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